Yo estaba oscura, estaba sola, estaba perdida.
Te encontré en un puente, diste fuego y todo se calentó.
Yo no buscaba nada o buscaba todo, nunca me pude decidir.
Quería la luna, las estrellas y el sol. Tenía miedo, no quería entrar.
Me mande sin escuchar a mi cabeza, me dije seguí cuando algo me decía que era mucho mejor parar, que sino todo se podía lastimar.
Me fui separando de a poco, poniendo mis barreras para saltarlas, para ir dando saltitos de un lado a otro.
Confundiendomete más.
Me abrí, me compartí. Nunca fui más yo con nadie.
Todo era fácil.
Y yo que soy quien soy, que vivo como vivo, que río y lloro, que grito. Yo que soy quien creo que soy, que me manejo como me manejo. Yo que me gusta lo fácil, lo no forzado, lo que va creciendo de a poquito si tiene que crecer y que se muere cuando ha de morir. Yo que creía respetar los ciclos de la vida. Yo que me negué a creer que las cosas no estaban manejándose y yendo como yo creía. Yo que no quería escucharme a mi misma, ni a las demás. Yo no podía dejar ir algo tan fácil, tan dulce, tan placentero. Yo no podía dejar eso que durante mucho tiempo había soñado, que justamente en este momento no quería, aunque a mi alrededor estaban los sermones interminables de que lo que más debía hacer era dejarteme.
Ella. Tan concentrada en si misma.
Me parece tan triste.
Fuiste el mejor entre tantos.
Pero yo que soy quien soy, que pienso como pienso, que actúo como actúo. Yo, yo no podía apreciarlo en este momento, yo no estaba lista para todo lo que me quisiste dar, yo no podía, no era el momento. Estoy tan convencida de que no era este, en que no podía ser de cualquier manera, ahora no podía ser... es horrible. Por ahí si no me encontrabas ya rota, por ahí si no me hubiesen roto, por ahí todo salía bien.
Me desperté y ya sentí el desprendimiento. Sentí como donde antes había un puente ahora había un abismo, si me concentraba bien podía ver allá abajo, miles de kilómetros abajo, el puente. Sentí la ansiedad, la desesperación, el no saber. La soledad emocional.
Me sentí sola. Pero no fue como la soledad ya conocida, no fue nada parecido a eso. Fue una soledad interna. Lo puedo ver como un hilito que se rompió. Algo que estaba ahí desapareció.
Todo empezó en un puente, o eso decía ella.
Ahora ella tiene miedo. De nuevo más miedos, diferentes, pero siempre miedos. Pasa de uno a otro, salta, rebota en algunos, en otros se queda una quincena. Siempre un miedo para acecharla a donde va. Otra vez un miedo que no la va a dejar pensar.
Y yo que soy quien soy, que siento como siento, que estoy loca como estoy loca. Yo me angustié. Me asusté. Me mire otra vez allá lejos, con miedo. Con el mismo miedo. Con la misma desesperación tranquila loca que viene desde el pecho y va subiendo, te va consumiendo.
Yo estaba oscura, me iluminaste un poco.
Yo estaba enloqueciendo, me compartiste tu locura.
Yo estaba perdida, me acompañaste en el camino.
Yo estaba conociendome, me conociste.
Yo estaba en guerra, escuchaste cada enfrentamiento.
Y yo que soy quien soy, que analizo como analizo, yo que enloquecí y no volví de ahí. Yo no quería perderte, y el egoísmo me pegó la cachetada que tenía que pegarme para que entre en razón. El karma me va a matar con esta.
A ella le dijeron que todo lo que va vuelve, que las acciones tienen repercusiones. Le dijeron tantas cosas que ya no puede distinguir la realidad.
No puedo quejarme de la resolución.
Yo quería esto, yo lo busqué.
Y yo que soy quien soy, que vivo como vivo, que pienso como pienso. Yo se que esto tenía que pasar y yo no quería que pasara. No quería llegar a este punto. Yo también estaba ciega.
Ella se despide, sonríe. No quiere que la recuerde de otra manera.
Ella dijo adiós, ya nos cruzaremos en la vida.