8.16.2011

Fragmentos

Anais Nin. Diario I
Febrero de 1932

Entre la primitiva fuerza en que él se siente seguro (la realidad) y las ilusiones y engaños de June. Le estoy agradecida a Henry por su riqueza y su plenitud. Quiero contestar sus cartas con la misma abundancia y ritmo. Pero, igual que le ocurrió a June le estoy ocultando algunos secretos. ¿Es por miedo al ridículo? Aplazo el momento de las revelaciones. Creo que él piensa que June me sedujo y que a través de mí lo descubrirá. Es lo mismo que Proust, cuando prefiere estar con la amiga de Albertina, por si ésta le cuenta algo acerca de ella, en lugar de pasar el tiempo con la propia Albertina, que en aquella época le ocultaba toda su vida. Le prometí a Henry traerlo a nuestro mundo, a mi mundo. Es muy posible que yo haya guardado incluso más secretos que June. Que tenga más miedo de revelar cómo soy que June.
Siempre me ha atormentado la imagen de multiplicidad del yo. Algunos días pienso que es una riqueza, otros creo que se trata de una enfermedad, una proliferación tan peligrosa como el cáncer. Cuando empecé a tener ideas sobre las personas que me rodeaban tenía la sensación de que cada una de ellas era un todo coordinado, mientras que yo estaba constituida de multitud de egos, de fragmentos. Sé que de pequeña me disgustaba la idea de que sólo tuviéramos una vida. Me parece que quería compensar esto multiplicando las experiencias. Quizá sea que siempre se piensa así cuando una persona sigue todos sus impulsos, y éstos la llevan en direcciones diferentes. En cualquier coas, cuando era feliz, como ocurría siempre que estaba al comienzo de un amor, cuando estaba eufórica me parecía que tenía el don de poder vivir plenamente muchas vidas. (¿June?) Sólo cuando tenía problemas, cuando estaba perdida en un laberinto o abrumada por las complicaciones y las paradojas, sólo entonces me obsesionaba o hablaba de mi locura, aunque siempre en el sentido poético de la palabra. 
Para Henry es muy sencillo decir que June es una mujer infiel. Las dos podemos ser fieles al momento que vivimos, a la vida, y no a un solo amor. Henry pinta siempre un mismo retrato de June. Una June desmenuzada en fragmentos imposibles de recomponer.
-La pasión me da momentos de plenitud.
Quizás hemos construido un concepto equivocado de la plenitud y, sometidas a la presión de tal unidad artificial, personas como June estallan y vuelan en infinitas direcciones.
Algún día quizá podamos ser recompuestos en un todo más autentico.
A June no le dije nunca Mientes, sino más bien Imaginaste, Inventaste, como hubiera querido que me dijeran mis padres cuando inventaba historias y contaba que me había encontrado con animales de la selva en plena calle...
Personalidades y vidas múltiples. Hijas de una sed extravagante. La pobre June ha tenido que aumentar su dosis de amor del mismo modo que el pobre adicto tiene que aumentar su dosis de drogas.

Ama lo feo. Ama lo vulgar, el argot, la casas descuidadas, la miseria, la dureza, los bas fonds de todo. Le gusta el olor a coles, a cocido, a pobreza y a prostitutas.
Yo contemplo su vida consciente de que jamás podré ser de ese modo, pues el pensamiento y la necesidad de comprender lo que estoy viviendo me frenan.

Siempre salgo a la superficie a buscar aire, no estoy siempre amando, viviendo en pos de mis fantasías simplemente. Quizá me siente un día y trate de explicarte que preferiría vivir ciegamente.

Quieres convertir a la fuerza sensaciones delicadas, profundas, vagas, oscuras, misteriosas, voluptuosas, en algo que tú puedas coger y violar.
Tú mismo fuiste el primero que un día dijo: El caos es rico. El caos es fecundo.

Pensar en ella a mitad del día me arranca de la vida corriente. ¿Para qué las ideas, las fantasías, el contenido, si la caja es bonita e inspiradora?
Precisamente porque el mundo lleno de ideas, talento, y fantasías, no es un mundo lleno."...

¿Qué somos nosotros? Los creadores solamente. Ella ES.
¿Qué son todas las poesías que se han escrito, todas las imágenes eróticas, todas las obsesiones, ilusiones, pesadillas, manías, sin June, ese ser cálido que pasa y nos toca?

Los eslabones sólo se encadenaron en los entrelazamientos del deseo. Deseos bruscos y violentos. Sin tiempo de quitar la cobertura, de cerrar las ventanas, de apagar las luces. Contra la pared, sobre la alfombra, en la silla, en un sofá, en taxis, ascensores, parques, ríos, barcas, bosques, balcones, en portales por la noche donde pelean cuerpo a cuerpo, aliento a aliento, lengua contra lengua, como para cercar, engranar, aprisionar de una vez para siempre esencias, olores, sabores que otras veces se les escapaban.
Al menos durante un instante quedaban aprisionados por un pulso común. No había misterios ocultos en aquellos ritos del cuerpo. Ritos palpables y manos llenas de evidencia.

Escribo contra él y con él. Vivo con él y contra él. Soy consciente de su vida. Me siento enriquecida por él. Sus cartas, sus notas al dorso y lo abundante de su actividad me hacen sentir un calor y un fervor de los que estoy enamorada. Un sentimiento de expansión, amplitud y plenitud. No podría vivir en un mundo vacío. Necesito muchas cosas que amar, muchas que odiar, muchas a las que agarrarme. Soy profundamente feliz. Ya no siento aquel vacío que antes me rodeaba.

Todos quieren santificarme, convertirme en una efigie, en un mito. Quieren idealizarme y dirigirme oraciones, servirse de mí cuando necesitan consuelo, alivio. Maldita sea mi imagen, esa imagen mía que me mira cada día con el mismo exceso de finura, de delicadeza, y ese orgullo y esa vulnerabilidad que hacen que la gente quiera cuidarme, tratarme con atenciones. Malditos sean mis ojos, que son tristes y profundos, y mis manos, que son delicadas, y mi andar que es un deslizarse, mi voz que es un susurro, todo eso que puede servir para un poema y es demasiado frágil para ser violado, forzado, utilizado. La soledad me ha acercado a la muerte, a la disolución. 

No puedo seguir en una única dirección. Crecer solamente en un sentido.

June me ha dicho:
-¿Cómo puedo ser fiel a Henry cuando él no me ama íntegra, cuando juzga una parte tan grande de mí misma e incluso la aborrece?
-Es cierto -reconocí-; el verdadero infiel es quien sólo hace el amor con una fracción de lo que tú eres. Y niega el resto.

Los sentimientos son como imágenes, las sensaciones son como los sonidos de la música. ¿Cómo vas a poder hablar de ellos?

-Quizás ella cree que la amarás mejor si corres el riesgo de perderla.

Buscaba ser creado, nacer, recibir el calor que confiere la existencia, ser imaginado, conocido, identificado; buscaba un milagro de procreación . 
Buscaba el amor triunfante. La pasión no puede conseguirlo porque no está interesada por la verdadera identidad del amante. Sólo el amor trata de conocer, crear o rescatar al amado.

Las figuras que aparecen en los libros de Henry tienen siempre dimensiones anormales, tanto el tirano como la víctima, el hombre como la mujer. ¿Es posible que la gente cambie de tamaño según quién la mire?
Si una persona no ve más que gigantes, significa que sigue contemplando el mundo con la mirada de un niño. Tengo la sensación de que el miedo masculino hacia la mujer procede de verla como la madre creadora de los hombres. Es muy difícil sentir compasión por la que alumbra al hombre.

¿Acaso no estaba mucho más viva que todas las mujeres que la rodeaban?

Un torrente de realismo. Demasiada, demasiada acción.

A veces puede decir cosas muy delicadas y profundas. Pero su suavidad es traicionera, porque cuando se sienta a escribir lo niega; no escribe con amor sino con ir. Escribe para atacar, ridiculizar y destruir. Siempre está en contra de algo. La ira le incita; es su combustible. A mí la ira me envenena.

-Vivir excesivamente -dijo Henry- mata la imaginación y la intensidad.

Mi dulzura le resulta extraña, se da cuenta que soy como un camaleón. En el café cambio de color, pierdo los colores que tenía en mi casa. No encajo en la vida del café. No encajo en esta vida. 
Su vida. Las grandes profundidades y los submundos. Violencia, crueldad, la aventura y el libertinaje. Qué torrente de vida bestial. Su lenguaje con esas descripciones de un mundo que no he llegado a conocer. Las calles de Brooklyn. Brodway. El Village. Pobreza. Relaciones con analfabetos y con toda clase de gente.
Yo creí, desde mi infancia, en una atmósfera de música, de libros y de artistas, siempre construyendo, creando, escribiendo, dibujando, inventando obras de teatro, interpretándolas, llevando un diario, viviendo en sueños como dentro de un capullo, sueños nacidos de lecturas, siempre sorteando abismos y peligros con una inocencia increíble, el cuerpo siempre sensible pero huyendo de la fealdad. El erotismo de París me despertó, pero seguí siendo romántica. Estudié baile, pintura, escultura, modas y decoración. Creé casas bellas.

Su capacidad de experimentar terror significa que no se ha corrompido, que no es cínico. Tras haber actuado yo con la mayor naturalidad al servir la comida, al cocinar, al encender el fuego, insiste: Todavía no me siento natural contigo. Lo dice humilde y delicadamente.
Lleva una vida bastante tranquila. A veces no está en el presente. El escritor lo registra todo, pero no siempre sus sentimientos se dan cuenta al instante de lo que sucede. Posteriormente, cuando escribe, sí parece darse cuenta, inflamarse; entonces empieza a reaccionar y dramatizar.
Su vigilancia y mi ingenua impulsividad. Creo que mi modo de registrar es más inconsciente, más intuitivo, más instintivo. No emerge a la superficie como el suyo.
Mi fe en lo maravilloso frente a su burdo realismo detallado. La alegría que siente cuando capta mi esencia.
-Tus ojos parecen estar esperando milagros.

Un exceso de conocimiento es peligroso. Tú tienes una pasión por el conocimiento absoluto. Te odiarán por esto. Hay verdades que los seres humanos no soportan.
A veces estoy segura de que quieres resucitar tu antigua adoración ciega, tu ceguera. En cierto sentido no extraño, no estoy contigo sino contra ti. Nuestro destino es aceptar dos verdades. Cuando caricaturizas y desglosas te odio. Quiero luchar contra tu realismo con todas las fuerzas mágicas de la poesía.
Él tiene su visión del mundo como algo monstruoso, yo tengo la mía. Si a veces veo el mundo como lo ve él, ¿es posible que él lo vea a veces como yo?